Al menos 250 historias. Cinco viajes. Incalculables horas sin dormir y comer. Ansiedad, satisfacción, ansiedad. Pausa.
El reloj me indica que en tan solo 24 horas se activará el ciclo. Café por la mañana, gimnasio (eso es nuevo), un baño y una nueva historia que contar.
Vivo del periodismo. Hace exactamente un año escribí que haría lo que me apasiona y que llenaría el 2018 de «verbo, historias y de aprendizaje». Nada mal mi predicción. Al menos 250 historias. Cinco viajes. Incalculables horas sin dormir y comer. Ansiedad, satisfacción, ansiedad. Pausa… Hice una pausa, y ahora me encuentro aquí, a la expectativa de la nueva historia.
No me quiero adelantar a los hechos. Quiero saber de qué se trata. Comprender el qué, por qué y para qué. El donde y cuando será un enigma. Luego me enfocaré en el alcance, en la pertinencia y justo después en el balance. Encontraré más y mejores testimonios que me acompañarán y me ayudarán a entender. Haré pausas para pensar y para querer. Al final, el periodismo, como la vida, es un acto de amor.
La escribiré, cuidaré los detalles y haré que sea diferente a las anteriores. Compartiré con los demás, con los cercanos y con otros millones, cada duda y cada triunfo. Pediré ayuda, agradeceré y daré crédito. También como en la vida, en el periodismo hay que ser agradecido y cultivar la fuente. Borraré, quizás, varias líneas que sobran. Juro que mantendré el entusiasmo hasta el punto y final.
Solo así esta será la historia del año, y está por contarse.